"Los modernos", de los uruguayos Marcela Matta y Mauro Sarser, hizo su presentación en la Competencia Latinoamericana.
Película de trama original, en blanco y negro y con una banda de sonido que incluye tangos de Carlos Gardel, “Los modernos” supone un interesante hallazgo de los directores uruguayos Marcela Matta y Mauro Sarser. Ambos encontraron en el humor una manera de narrar los cambios que experimenta en su vida creativa una persona -una pareja- que se ve atravesada por la llegada de los hijos.
El filme se proyectó el lunes dentro de la Competencia Latinoamericana de este Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Ambientada en una comunidad de jóvenes que empieza a insertarse en el complejo mundo del trabajo audiovisual, el filme se pregunta hasta qué punto los proyectos personales -filmar una opera prima, por caso- y la familia puede coexistir con armonía.
En ese sentido, el filme diferencia entre lo que supone la vida familiar para ellas y para ellos. Los protagonistas masculinos se niegan a la prole: que la libertad personal coartada, que la bohemia limitada. Ellas retrucan: que el egoísmo de no querer encarar un proyecto comunitario, que el miedo a crecer en una sociedad que eleva el rango de juventud a edades impensadas.
Espejo de los dilemas que viven los mismos directores, el filme también se detiene en otros puntos. Realiza una crítica al modo en que se estructura la crianza de nenas y nenes en estas sociedades capitalistas, critica el arte vacuo e incapaz de sostener un compromiso con los temas de su tiempo y también refleja la llegada de las nuevas sexualidades y las consecuencias directas que tiene en la vida de los mismos protagonistas. Todas esas capas están revestidas siempre con humor, acaso una manera amable de que esta comedia llegue al espectador sin perder profundidad.
“Sabíamos de qué temas queríamos hablar, queríamos vernos reflejados”, dijo ayer Matta, al tiempo que Sarser, quien además desarrolla el rol protagónico con gran solvencia, agregó que el filme se hizo “sin plata”, sin el apoyo de programas de fomentos públicos y en los horarios que dejaban libres sus otros trabajos convencionales.
“Esta es una película que se hizo sin plata, fue escupida por los jurados, se hizo con mucho amor y con mucho odio, porque en Uruguay existe esa endogamia (desde los entes oficiales) que respalda películas que son siempre las mismas”, criticó Sarser, quien interpreta a Fausto, un cineasta que busca financiamiento para llevar adelante su documental y que se muestra defensor de la libertad total.
“Es una película diferente porque los personajes tienen un cuerpo y eligen qué hacer con su cuerpo. Es una película con personajes que tienen sexualidad y el sexo en el arte uruguayo está abolido”, siguió Sarser con sus críticas al establishment uruguayo.
El director entendió que, pese a los obstáculos para realizar el filme, el pequeño equipo de filmación formado por siete personas se empecinó en filmar la película. “El arte no puede esperar los tiempos burocráticos”, indicó. “Si tengo que esperar seis años para contar una historia… por ahí en seis años no quiero contar esa historia”.